“Para AMAR hay que emprender un trabajo interior, que solo la soledad hace posible”. Alejandro Jorodowsky

 

Vivimos rodeados constantemente de gente, personas, familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos…

Necesitamos sentirnos parte de una tribu, con un sentido de pertenencia. Reafirmamos nuestra valía personal junto con otras personas: “Mi gente” como decimos muchos. Los otros nos ayudan a definir cuan valiosos e importantes somos.

Una cosa es sentirse parte de la tribu, familia, amigos, sociedad, humanidad… y otra muy distinta crear dependencia. El miedo a la soledad que dificulta estar solo es la inmadurez de algunas personas para hacerse cargo de sí mismas.

Los pensamientos limitantes que bloquean su libertad son “no soy capaz”, “no puedo”, “no sé”.

Para algunas personas “La soledad“ es vivida como algo negativo, que crea desolación y desamparo. Por ello se busca desesperadamente conocer gente, hacer amigos, encontrar novio/a… Si no se consigue, el miedo a no ser querida ni importar o gustar a nadie puede llegar a crecer y convertirse en compañera de vida, creando así más miedo, evitando salir al mundo, o muchas veces también lo contrario, no parar de relacionarse, para evitar entrar en contacto con su propio mundo interior, saliendo de compras, de viajes, de marcha hasta las tantas…

Las personas con baja autoestima viven la soledad como abandono afectivo. Un desierto difícil de aceptar. Los bajones para mucha gente empiezan los viernes y duran el finde semana, muchas crisis y depresiones en vacaciones, estar solos les parece una cosa horrible, es como sentirse muertos. No tener propuestas para salir les confirma que no importan ni gustan a nadie.
 
También hay gente que vive en pareja y se sienten solos. Hay que diferenciar la relación de abandono en la propia pareja, por dejadez o falta de interés. Cosa que de ser así, dice mucho a mirar de la relación, a la dependencia de estar siempre acompañado y a expensas de la pareja para vivir la vida a través del otro y llenar los propios vacíos con alguien.
 
En realidad hay muchas parejas que solo son eso, gente que se hace compañía. El amor es otra cosa distinta.
 
Nuestra vida está orientada hacia afuera: la búsqueda de distractores constantes. Es tan malo ser ermitaño, como necesitar compañía compulsivamente. Aceptar la soledad como una parte necesaria de la vida nos ayuda adentrarnos en nuestro mundo interior, es solo allí donde de verdad podemos encontrar todo lo que realmente necesitamos.
En nuestra vida siempre habrá gente que se ira. Otras veces nos iremos nosotros. Morirán relaciones y dejaran espacio para que nazcan otras, la vida es una danza constante. Solo si en soledad estamos felices, podremos disfrutar de cada relación sin apegos ni sufrimiento, dando la bienvenida cuando llegan y despedirnos con cariño cuando termina.
 
Hay dos espacios que tenemos que saber diferenciarlos, uno es el espacio personal y el otro el espacio compartido.
 
Tenemos que saber qué quiero compartir, cuando y con quién, igual que tenemos que saber qué me gusta darme a mí mismo y cómo mantener una bonita relación conmigo mismo, solo la soledad nos dará este conocimiento.
 
La mejor compañía que tenemos siempre a nuestro lado es la de nosotros mismos, una persona con autoestima valora y necesita de su soledad, disfruta de su tiempo. Se enriquece, se cuida, se divierte con ella misma. ¡Bendita soledad!
 
La soledad bien tratada es una gran oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos, y descubrir el gran potencial que tenemos para ser feliz.
 

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Ejercicio: Anota en tu cuaderno

  • ¿Cómo te nutres?
  • ¿Qué haces en tu tiempo libre?
  • ¿Qué te gusta hacer contigo a solas?
  • ¿Cómo disfrutas de ti?
  • ¿Cuánto tiempo diario dedicas para ti?
  • ¿Qué es lo que valoras de tu soledad?
  • ¿Cómo cuidas la relación contigo mismo?
  • ¿Qué quieres hacer distinto para estar mejor contigo a solas
  • La única manera de superar el miedo a la soledad, es empezar a estar solos. Si reconoces en ti esta dificultad o miedo, empezar a estar solos de forma progresiva es la clave.