Los apegos

 

La importancia de los apegos.

El ser humano es por naturaleza social y emocional, para sobrevivir tanto física como emocionalmente necesita sentirse parte de la tribu, sentimiento de pertenencia, unido amorosamente a otras personas, y nutrirse de sus caricias, su calor y su afecto. El contacto, es clave para su desarrollo.

Cuando somos niños lo único que nos calma el dolor, el llanto, la tristeza y el miedo, es sentirnos amados e importantes para nuestros padres primero, y luego más tarde para todas nuestras relaciones.

“El amor es igual a atención”, y sentirnos atendidos es sentirnos importantes y valiosos.

Es a través del encuentro auténtico y amoroso con el otro, donde podemos reconocernos profundamente a nosotros mismos.

El mayor dolor es sentirnos que somos invisibles y no importamos, sobre todo a quien nos importa. Las grandes heridas del desamor, son la mayoría de abandono.

Una clave importante para lograr ser felices es sentirnos unidos, de ahí que muchas veces el sexo sea lo que más se parece a estar unidos con alguien, y que, aunque sea por un momento tenemos ese alguien con toda su atención puesta en nosotros, aunque no siempre se da esto, lo seguimos buscando.

Lo que buscamos en realidad a través del sexo es sentirnos unidos, importantes, nutridos de ternura, seguridad y cobijo, el sexo es lo que más fácilmente puede hacernos vivir intensamente en los sentidos, todo esto son chutes de energía que por un lado necesitamos y por otro nos puede confundir, creando “apegos”.

Cuando nos sentimos seguros, acogidos y amados por ser quienes somos, las relaciones pueden ser un manantial de amor y bienestar inmenso, que nos dan seguridad y crecimiento.

O de dolor y pesares cuando nos sentimos apegados a ideas de amor “necesidad”, buscando sentirnos amados al “precio que sea”, manteniendo comportamientos insanos que se retroalimentan, atan y controlan nuestra vida.

La forma con la que desarrollemos nuestros primeros vínculos determinar el programa de nuestro disco duro (la mente) para relacionarnos más tarde de una forma sana o toxica, tanto con la pareja como con otras personas.

Si un niño no tiene apegos seguros mientras crece, si sus padres no están presentes y les colma de un amor consciente y nutritivo, crece minusválido emocionalmente.

Diferencia entre Amor y Apegos

Cuando hablo del amor no me refiero al amor romántico, hablo del amor con mayúsculas.

El ser humano en esencia es amor, necesitamos expandir y compartir ese amor.

Cuando somos niños necesitamos apegos sanos para crecer seguros y poder dar y recibir amor.

Para desarrollarse nuestro cerebro necesita caricias, contacto físico y emocional, que equivale a “apego seguro”.

El niño que fuimos y seguimos siendo quiere solo amor. El amor es crucial en nuestras vidas en todas las fases, pero esencial en nuestra etapa temprana.

Si el niño no recibe caricias crece vulnerable y desconfiado, de adulto, por un lado seguirá anhelando ese amor que no recibió y por otro, le dará inseguridad encontrarlo.

Nos sentimos llenos de amor auténtico cuándo:

  • Nos sentimos plenos, cada vez que sentimos amor nos sentimos en casa de nuevo, en nuestra casa interna, volver a casa es una satisfacción que no se puede obtener afuera, es una sensación profunda de bienestar inmenso que emana en el adentro de cada uno de nosotros, esto es la consecuencia de “un apego seguro, sano” que sin duda nos lleva a sentirnos amados y merecedores de ese amor.
  • No hay separación dentro de nosotros. Nos sentimos seguros, completos, en éxtasis.
  • Crecemos con apegos sanos, damos y recibimos sin miedo.
  • En las relaciones de pareja se puede ver esto con mayor claridad. Queremos ver a la otra persona feliz, su felicidad nos hace sentir plenos… una sensación profunda de bienestar, y conexión total.
  • Disfrutamos estando al servicio del amor, sin dejar de atendernos a nosotros mismos. Le ofrecemos lo mejor de nosotros de forma incondicional; respeto, cariño, comprensión, atención, nuestro apoyo…

Los apego tóxicos

Cuando hemos crecido carentes de amor, se ha generado un vacío tan difícil de reconocer dentro de uno, como de llenarlo.

El apego se convierte en obsesión y se quiere seducir como sea a esa persona que le nos ha hecho sentir, esa sensación tan agradable de ser querido e importante, o que imaginamos que puede colmarnos de ese amor tan deseado, el deseo más grande, lograr la atención total, para uno…el ego identifica la felicidad través del apego a esa idea y luego a esa persona.

Cuando la mente recuerda ese momento de sentirse querido, quiere más de eso.

Se “apega“ a la idea de que lo que necesitamos para ser feliz esta fuera de nosotros, que lo tiene esa persona, el placer que nos dio el amor que hemos sentido por muy breve que haya sido, incluso imaginado, se puede convertir en una necesidad neurótica.

Cuando tenemos apego a alguien nos hace sufrir el mero hecho de la idea de que podamos perder a esta persona… nuestra falsa seguridad, igual que nuestra falsa felicidad, tiene lamisma energía que la adición…

Apego tóxico, es la sensación de necesidad de amor que viene de afuera, es la creencia de que sin ese amor me falta algo esencial para vivir, es un apego a la idea de que el otro es el responsable de nuestra felicidad, por eso hay gente que llega a creer que “sin esa persona no puedo vivir” “que la necesita para ser feliz“.

Su miedo alimenta las mentiras que uno se cuenta a sí mismo, generando una gran confusión mental y emocional.

A la semana que viene os hablaré de más tipos de apegos, estad atent@s. 😉

Madhu Román